La oposición al Franquismo
Sello de la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón |
Respecto a la oposición al régimen, hay que
diferenciar varias etapas. En los primeros años fue muy intensa la represión,
llevada a cabo a merced de leyes como la Ley de Responsabilidades Políticas y
que se ensañaba con los vencidos. Fusilamientos, redención de penas por el
trabajo (trabajo esclavo, en definitiva), confiscación de bienes fueron las
prácticas más comunes para construir el nuevo estado sobre el silencio de los
derrotados. Franco había aniquilado a buena parte de la oposición durante la
guerra, por lo que en estos primeros años pocos osaron a enfrentarse. Destaca
la situación del maquis, protagonizado por aquellos miembros del ejército
popular y gentes de izquierda que no pudieron o no quisieron salir al exilio
después de la victoria de Franco y prestaron resistencia armada desde los
montes de España. Tras el final de la Guerra Mundial, protagonizarán un intento
de invasión a través del Valle de Arán que fracasará por la falta de
determinación de las potencias. Su actividad se basó en el sabotaje y la
propaganda, pero fueron perseguidos muy intensamente por la Guardia Civil. El
último maquis fueron abatidos a tiros en Barcelona y en un pueblo de Lugo en
los años 60. También los monárquicos manifestaron su oposición inicial al
Régimen, pues querían volver a este sistema en la figura de Don Juan de Borbón,
y el exilio, donde actuaron débilmente los rescoldos del PCE, del PSOE y la
CNT. También se mantuvo vivo el gobierno republicano en México (hasta 1977).
A partir de los 50, y sobre todo con el aperturismo de
los 60, los grupos de oposición al sistema fueron incrementándose: aparición de
Comisiones Obreras dentro del sindicato vertical y próximo al PCE; protestas
universitarias que promovieron huelgas y revueltas duramente reprimidas por la
policía franquista, apodada como “los grises” por el color de su uniforme; la
propia Iglesia tras el Concilio Vaticano II representada por el Cardenal
Tarancón y que fue una importante voz en favor de la democracia y la apertura,
alejándose del nacional catolicismo; la reorganización del PCE (desde la
clandestinidad dentro del país) y del PSOE (desde el extranjero); el resurgir
de los nacionalismos; la aparición del terrorismo (ETA, FRAP) y que jugó un
papel importante de desgaste contra el régimen como muestra el atentado de ETA
que costó la vida a Luis Carrero Blanco, presidente del gobierno en 1973; los
movimientos urbanos representados en la lucha de las asociaciones de vecinos y
de obreros, a partir de los 60 y como resultado del caótico crecimiento de las
ciudades y que reivindicaban sobre todo servicios básicos...
Buena parte de esta oposición se reflejó en la reunión
de Munich, que el régimen calificó como contubernio, donde grupos tanto desde
el interior como desde el exterior solicitaron a la CEE (Comunidad Económica
Europea) que exigiese a España una democracia como la que tenían sus países
miembro. Entre ellos había grupos de monárquicos, de la CEDA, del PSOE... Y en
los años 70, en el seno del ejército surgirá también la disidencia democrática
que culminó en la creación de la Unión Militar democrática, que se creó clandestinamente
dentro del mismo y que tenía como objetivo democratizar el estamento militar y
derrocar la dictadura.
En una revisión de este apartado, estaría bien añadir alguna línea sobre la lucha estudiantil de los 60 y 70, así como el papel de la Editorial Ruedo ibérico (París 1964- 1977. Madrid 1977-1982), aglutinadora de una gran parte de la oposición interior-exilio.
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